Introducción
El día 26 de diciembre del 2010 el vicepresidente del Estado Plurinacional
de Bolivia, a la cabeza de un grupo de ministros lanzó el decreto supremo 748
en el cual se decretaba que el precio de la gasolina y el diesel iban a subir
en un 70 y un 80% respectivamente. La medida supuestamente estaba destinada a
nivelar los precios de los hidrocarburos bolivianos a los precios del mercado
mundial, porque debido a los precios bajos de nuestros hidrocarburos éstos
estaban destinados más al contrabando en los vecinos países que al consumo
interno. Además de que el bajo precio de nuestros hidrocarburos suponía una
supuesta sangría de nuestra economía, la cual para compensar el bajo precio de
nuestros hidrocarburos tenía que subvencionar con muchos millones de dólares
anuales.
Inmediatamente después de la medida, los precios de los
artículos básicos de consumo empezaron a subir, no sólo por la medida económica
llamada ahora “gasolinazo”, sino porque este decreto había sido emitido justo
entre navidad y año nuevo, fechas festivas en las cuales la demanda en el
consumo de los productos básicos de la canasta familiar se incrementa
naturalmente. Las protestas y medidas de descontento no se hicieron esperar.
Aun en medio de los preparativos para las fiestas, la gente del pueblo, es
decir, los inmediatos afectados por el alza de precios en los artículos de la
canasta básica, empezaron a protestar espontáneamente. Desde las minas y Oruro
empezaron a llegar noticias de que se organizaban marchas hacia la sede de
gobierno y en otros lugares como Cochabamba, La Paz, Potosí y hasta Santa Cruz
se organizaban cabildos para continuar organizando la protesta. En la ciudad de
El Alto surgieron rápidamente marchas de protesta con consignas condenatorias
ya no sólo contra el gasolinazo, sino también contra varios ministros, contra
el vicepresidente y hasta el mismo presidente. Paralelamente el vicepresidente
quiso, mediante reuniones con diferentes organizaciones sociales, explicar las
bondades del decreto, pero poco a poco empezó a ser rechazado. Sin embargo
cuando varios dirigentes de las organizaciones nacionales afines al MAS
apoyaron públicamente al gasolinazo, muchos sectores de las bases empezaron a
desconocerlos poco a poco. La Central Obrera Boliviana que al principio no se
había pronunciado ni a favor ni en contra de la medida fue obligada por sus
bases a tomar una postura condenatoria del decreto.
Cuando el presidente Evo Morales luego de su viaje al exterior quiso
justificar la medida, se encontró con rechazos rotundos a sus argumentos, lo
cual lo obligó a tener reuniones con muchos sectores para tener una visión más
amplia de la aceptación o rechazo a la medida, y cuando se percató que el
descontento estaba creciendo como una bola de nieve a nivel nacional, no sólo
en el seno del pueblo, sino también entre las clases medias y hasta en el
ejército donde empezó a correr el rumor del golpe de estado, tuvo que echarse
para atrás y anular la medida el 31 de diciembre en la noche. Es muy posible
que los rumores de que se preparaba un “cerco” indígena a La Paz y un bloqueo total
de carreteras operado por los campesinos, especialmente del sector occidental,
hayan influido mucho en esta decisión. Durante el anuncio de la derogación del
decreto 748, el presidente Evo Morales dijo que lo hacía en cumplimiento a la
promesa hecha por él cuando en aquel lejano enero del 2006 dijo que gobernaría
obedeciendo al pueblo y no sirviéndose de él.
Desde el primero de enero de este año, no sólo que los precios de los
productos básicos han continuado subiendo a pesar de haber sido anulado el decreto,
sino que tanto funcionarios del gobierno como el vicepresidente y hasta el
presidente, han señalado de modo insistente que si ahora no se pudo implementar
el decreto 748, a la larga se tendrá que hacerlo, porque supuestamente no se
puede seguir subvencionando el precio de la gasolina y el diesel. El problema
surge cuando uno se pregunta que si el compañero presidente Evo prometió
gobernar obedeciendo al pueblo, ¿por qué no consultó nunca con las bases o con
el pueblo esta medida antes de tomarla? Pero lo más paradójico es que
habiéndose manifestado el pueblo de diferentes maneras rechazando de modo
contundente al gasolinazo, ¿por qué el Evo y su gobierno siguen empecinados en
implementar esa medida sabiendo que el pueblo no está de acuerdo con ella? Esto
es, ¿a quién o a qué estaría ahora obedeciendo el Evo y su gobierno?
Lo peor de todo fue el 22 de enero cuando en la celebración del primer año
del Estado Plurinacional el vicepresidente y el presidente respectivamente
dieron su informe a la nación. Había mucha expectativa en gran parte de la
población respecto de lo que iba a decir el presidente no sólo por lo que había
pasado desde la elección a gobernadores y alcaldes, sino también respecto del
gasolinazo. Lo que la gente esperaba mínimamente era, si no la destitución de
algunos ministros cuestionados, una autocrítica o por lo menos una reflexión en
la cual el presidente iluminara con entendimiento el sentido actual del proceso
de cambio y el porqué de varias medidas contradictorias operadas en el primer
año del Estado Plurinacional. Pero nada de eso sucedió. El vicepresidente se
puso a justificar las contradicciones internas y externas con un texto de Mao
que expresaba bien a la China de ese entonces, pero que ahora tiene poco que
ver con lo que está pasando en Bolivia, pues nuestras contradicciones actuales
son política, económica e históricamente mucho más complejas que aquellas,
porque ese texto de Mao, como muchos otros de Lenin y Trotsky son reflexiones
“coyunturales” que tienen que ver más con lo que situacionalmente sucedía en
ese entonces en esos países. No son reflexiones generales que se puedan aplicar
mecánicamente a cualquier otra coyuntura política o histórica. Dicho de otro
modo se sirvió de ese textito para decir que las contradicciones que hoy se dan
en el proceso boliviano son normales y hasta naturales a cualquier otro proceso
político y que por eso no hay de qué preocuparse, que en última instancia todo
está bien, sino ahora, en un futuro próximo.
Para colmo, cuando hace pocos días la COB le planteó al Gobierno un
incremento salarial que pudiera compensar el constante detrimento de la canasta
familiar, no sólo que hubo un rechazo al pedido de la COB, sino que el
presidente Evo dijo que la demanda salarialista de la COB era “irracional”, que
por eso hasta le causaban “risa” las pretensiones salariales de los obreros,
los cuales pedían un incremento del salario de hasta 8000 pesos (un poco más de
mil dólares) siendo que el gobierno no contempla un incremento más allá del 8%,
con lo cual el salario mínimo no llegaría ni a 800 pesos (un poco más de 100
dólares).
Primera Reflexión
En esta reflexión (Primera de tres) no se trata de condenar hormonalmente
al gobierno del compañero Evo Morales, o aalguno de sus ministros, o a su
vicepresidente. No se trata de tomar partido a favor o en contra del
gasolinazo, sino previamente de entender del mejor modo posible las
implicaciones sociales, políticas y económicas de la medida, pero no sólo en el
contexto mundial de la crisis económica, sino especialmente en el contexto
histórico, político y cultural en el cual se desenvuelve nuestro propio proceso
de cambio. Se trata de entender los presupuestos implícitos contenidos en el
decreto, pero a su vez lo que está contenido en el descontento y rechazo de
muchos sectores populares a la medida llamada gasolinazo, es decir, se trata de
reflexionar en torno de aquello que está presupuesto de modo implícito en el
contexto político y económico de este decreto, pero también de lo contenido en
el rechazo popular al decreto.
Lo primero que habría que preguntarse es ¿por qué el decreto no lo
dictamina el presidente, sino el vicepresidente? Si era una medida tan
importante para la economía del país, ¿por qué justamente cuando se emite el
decreto estaba el presidente en ausencia? Porque ese viaje que hizo a Venezuela
no era fundamental. Si aplicar la medida era tan importante, ¿por qué se esperó
hasta el quinto año de gestión?, pero lo peor de todo, ¿por qué no se consultó
previamente con las bases las causas, alcances o implicaciones de la medida?
¿Por qué se elaboró la medida literalmente de espaldas al pueblo? ¿Por qué
hacerlo justo en medio de dos fiestas anuales (navidad y año nuevo) en las
cuales todo el país participa desde el más pobre al más rico? Y lo más grave
aún, ¿era la única medida que se iba a lanzar o era ese decreto parte de todo
un paquete? Porque quienes habían elaborado el decreto sabían o habían
calculado que iban a haber reacciones sociales, económicas y políticas al
decreto este, pero nunca calcularon el tipo de reacción que hubo, porque la
“razón calculadora” calcula en base a números, matemáticamente, o sea
irrealmente, pero no en base a la política, es decir no en base a “la realidad”
histórica o cultural en la cual se emite tal o cual medida.
Ahora sabemos, porque lo hemos visto en el devenir de los acontecimientos,
que el “cálculo político” que se hizo para emitir el decreto fue pésimo, porque
éste no supo calcular bien las consecuencias económicas, políticas y sociales
de esa medida. La “razón calculadora” con la cual se elaboró y aplicó el
decreto, se nota que fue meramente técnica, teórica -en el pésimo sentido de la
palabra-, sin ningún tipo de conciencia política o económica, muchos menos
popular. Durante los días siguientes al decreto mucha gente se preguntaba quién
o quiénes habrían elaborado el decreto ley, si el vicepresidente, si el
ministro de economía, o si la ministra de planificación, porque se notaba que
no lo había hecho el presidente. Se nota bien que quienes elaboraron la medida
tienen en sus cabezas bien metida y bien presente, como única, “la realidad”
que el mercado capitalista y neoliberal ha producido en la segunda mitad del
siglo XX, es decir, se nota que quienes han elaborado el decreto (los cuales
más parecen Harvard boy’s, que gente comprometida con este proceso) “creen” que
“la realidad” económica que ha producido este capitalismo neoliberal es la
única posible, y que más allá de ella no se puede ir ni producir otro tipo de
realidad y que por eso hay que someterse nomás al imperio de las leyes del
mercado.
Muchos de los argumentos de varios funcionarios del gobierno que han
justificado la medida y hasta del propio presidente giran en torno de que el
precio del petróleo no lo ponen ellos, sino el mercado mundial, lo cual es
cierto, pero, sólo en parte. Porque da la casualidad que una medida económica
como ésta, no está hecha solamente bajo la presión de los precios del mercado,
sino que es parte de toda una visión de la economía nacional y mundial, es
decir, no basta con pensar o creer que porque el precio del petróleo a nivel
mundial es tal o cual, entonces, todas las economías si quieren tener su
economía balanceada deben adecuarse a los precios del mercado mundial (porque
hay muchos países que subvencionan no sólo la gasolina, sino también muchos
otros productos independientemente del precio del mercado mundial), sino que
aparte de ello hay que tener la visión que el mercado mundial quiere que las
economías locales tengan y además de ello, creer que es la única visión
realista, verdadera y objetiva que hay, que más allá de eso cualquier otra
visión de la economía local o mundial es falsa, irreal y utópica.
Si el nuevo Estado boliviano en su nueva carta magna se hubiese declarado
como estado capitalista y moderno, no habría ningún problema, porque este tipo
de medidas y decretos (como el 748) sería congruente y consecuente con nuestra
constitución, pero da la casualidad que el Estado que acabamos de conmemorar su
primer año de existencia dice que aparte de ser unitario social y de derecho,
es Plurinacional y Comunitario. Pero además el compañero, hermano y presidente
Evo ha dicho reiteradamente que el mal de todos los pueblos pobres del planeta
es el capitalismo, el cual atenta no sólo contra los pobres del mundo, sino
también contra la naturaleza y que por eso la solución a nuestros problemas
sería el socialismo, lo cual en parte es también cierto. Si esto es así, ¿por
qué entonces su gobierno persiste en desplegar medidas económicas de corte ya
no sólo capitalista, sino inclusive neoliberal? En última instancia el problema
no es tanto adoptar tal o cual medida económica de corte capitalista, para
solucionar tal o cual problema económico, sino, lo que ello implica, es decir,
las consecuencias que ello trae o acarrea a la economía nuestra y a la nación
toda, de lo cual parece no darse cuenta nadie en el gobierno. Porque así como
no es nomás producir mercancía capitalista, tampoco es nomás aplicar medidas
económicas de corte capitalista para solucionar problemas económicos de un país
como el nuestro. Todo esto tiene sus consecuencias.
En este tipo de casos volver al viejo Marx, es decir, al Marx maduro se
torna inevitable para entender de mejor modo qué es lo que le pasa a un país
como el nuestro cuando decide tener como imagen de lo que quiere ser a uno de
tipo capitalista y en este caso a un país moderno como los de primer mundo.
Porque eso es lo que pasa cuando los funcionarios del gobierno asumen
ingenuamente como indicadores “reales o verdaderos” para medir o cuantificar
nuestra economía, no sólo los indicadores de la teoría económica moderna, sino,
los indicadores elaborados por las instituciones financieras mundiales,
causantes no sólo del desequilibrio económico mundial, sino también de nuestra
pobreza, como son los indicadores económicos elaborados por el FMI o el BM,
sobre los cuales también han elaborado sus indicadores instituciones regionales
como el BID y la CAF. Porque estos indicadores han servido y sirven para
cualificar como buenas o malas, economías capitalistas en sentido estricto, es
decir, para medir y ver en qué medida una economía nacional está acorde a los
criterios del mercado mundial, el cual está hecho para proteger no sólo al
capital financiero, sino también a las empresas transnacionales y la banca
mundial. Qué casualidad que justo cuando varios organismos económicos mundiales
alababan nuestra “macro economía”, nos sucede todo este desbarajuste.
Dicho de otro modo, cuando una economía local toma como criterio de
evaluación, para saber si está bien o mal, este tipo de indicadores, lo que
está haciendo es verse a sí misma con el espejo que proyecta este tipo de
economía y cuando tal o cual economía local aparece como buena respecto de este
tipo de indicadores, entonces se dice que una economía está sana, robusta o
idónea, porque los números así lo indican, aunque la población local esté
miserable económicamente hablando. Porque el criterio de evaluación no es el
hambre o bienestar del pueblo, sino las instituciones financieras mundiales, a
las cuales no les interesan los pueblos, ni mucho menos la madre naturaleza,
sino la salud de las finanzas de las empresas transnacionales, de la banca
privada y del capital financiero. De hecho el marco categorial de la economía
moderna está hecho para hacer inteligible solamente esta dimensión de la
realidad y nada más, por eso calcula sólo costos y beneficios entre las
ganancias y las pérdidas. Por ello es una economía sin rostro humano y por eso
mismo en el neoliberalismo el capitalismo aparece con rostro salvaje. Por eso
se entiende que de haber nacido “la crítica” de la economía burguesa como
“Economía Política” que trata de la producción y reproducción de “la vida” de
los pueblos, países y naciones, ahora haya devenido la economía en una literal
“ciencia de los negocios capitalistas” y nada más.
Pero para una economía o un país como el nuestro esto no es lo más grave,
lo grave es que quienes dicen o afirman que quieren sacar de la miseria a
nuestro país tengan como única esta visión de la economía, esto es lo grave.
Porque el problema entonces ya no es de objetividad, o sea de una realidad
puesta enfrente nuestro contra la cual queremos luchar, como la de los precios
del mercado mundial, sino que ahora el problema es subjetivo, es decir, la
visión que la economía capitalista produjo durante este tiempo, se impuso de tal
modo en nuestras realidades, que ahora es parte de la subjetividad, o sea de la
conciencia, la comprensión y cosmovisión de nuestros ministros y funcionarios
del Estado Plurinacional, porque esta visión está puesta y enquistada en la
interioridad de estos. Esto quiere decir queahora ya no es necesario que la
embajada norteamericana o el FMI estén monitoreando las medidas económicas que
nuestros burócratas quieren implementar, sino que ahora nuestros mismos
ministros y funcionarios, sin necesidad de este control “colonial”, ahora lo
pueden hacer tan bien como los del Fondo Monetario o los de la embajada gringa
lo habrían querido hacer, pero lo peor de todo es que ahora lo pueden hacer,
hasta con presidente indio. Porque desde hace tiempo que poco a poco el
presidente Evo Morales, ha ido asumiendo como propia o verdadera, “la realidad”
que sus ministros le han enseñado y mostrado con muchos cuadros y estadísticas,
que es la misma realidad que muestran los indicadores de las grandes
instituciones financieras y de las ONG’s afiliadas a éstas y que estos
ministros y funcionarios han aprendido no sólo en universidades extranjeras,
sino inclusive en las nuestras, no sólo en la UMSA, sino también en la
Universidad Católica donde se enseña en vez de la doctrina social de la
iglesia, o la palabra de Dios, el modelo neoliberal como si fuese el nuevo
evangelio, como si fuese en sí mismo verdadero, objetivo y real, cuando en
realidad este modelo es uno de los más ideológicos que se han producido en la
historia de la economía moderna.
¿Qué queremos decir con esto? Que la “colonialidad” de la racionalidad
económica moderna, ahora está muy bien metida en la subjetividad de varios,
sino de todos los funcionarios del nuevo Estado Plurinacional, el cual parece
que se está recolonizando, pero ahora vía “racionalidad” de la economía
moderna. Si bien es cierto que el MAS y el gobierno cuasi derrotaron
políticamente a la oligarquía boliviana, económicamente este proceso está
empezando a ser derrotado, pero no por esta oligarquía, sino por el modelo
económico que el capitalismo mundial sigue imponiendo a toda economía débil o
en vías de desarrollo capitalista como la nuestra.
No sólo el capitalismo, sino especialmente el modelo neoliberal está
diseñado y desarrollado sobre la base de muchos presupuestos implícitos de los
cuales si no se es consciente, es muy fácil caer o recaer en ellos. Uno de esos
prejuicios muy difundidos, que de modo sistemático se ha impuesto casi en todo
el mundo, es el relativo a las inversiones, que sin dinero, o sea sin capital,
poco o nada se puede hacer para producir desarrollo. Otro de esos prejuicios
afirma que la única forma de desarrollar y modernizar a un país es por medio de
la industrialización. Pero también que sin la ciencia y la tecnología modernas
es imposible el desarrollo industrial de un país, etc., etc., etc. (Marx
refiriéndose al primer prejuicio decía que para el burgués el capital lo es
todo y el trabajo nada, porque para el burgués si no fuera por el capital
estaríamos todavía en la edad de piedra. En cambio Marx demuestra en “El
Capital”, que sin el trabajo no hay capital, que si no fuera por el trabajo
humano y la naturaleza no habría nada, ni capital. A su vez demuestra que la
industrialización capitalista es una forma de industrialización posible y nada
más, no es la única, y que la ciencia y la tecnología modernas han sido
desarrolladas desde la perspectiva de los intereses del capitalismo, esto es,
no es ciencia en sentido estricto, sino una ciencia comprometida
ideológicamente con los intereses y visión del capitalismo moderno, pero, que
es posible desarrollar otro tipo de ciencia y tecnología no capitalista).
Sobre la base de estos prejuicios muchos funcionarios de varios ministerios
están recurriendo como única forma de hacer gestión a los préstamos y la
cooperación internacional. Lo grave del asunto es que los organismos
internacionales incluyendo a las ONG’s invierten, financian o prestan dinero
sólo para proyectos que no contradigan el régimen capitalista neoliberal, es
más, prestan dinero o financian capitales sólo para proyectos en los cuales el
orden económico mundial esté no sólo asegurado como institución, sino para que
el orden económico mundial se siga manteniendo, esto es, para que los países
ricos sigan siendo ricos y los países pobres sigan siendo pobres.
Lo cual quiere decir que ya no basta con no seguir las recetas del FMI o
del BM para evitar caer en su modelo, sino que aparte de ello hay que tomar
serias distancias de sus criterios de medición y evaluación, porque éstas están
diseñadas para evaluar a países que se comportan al modo capitalista. Si
cualquier país quiere producir otra forma o tipo de desarrollo y para evaluarse
a sí mismo toma como criterios de discernimiento a los indicadores del
desarrollo capitalista producido no sólo por su economía, sino especialmente
por sus instituciones, lo único que va a hacer es desarrollarse y crecer de
acuerdo a la imagen y semejanza que proyectan no sólo las instituciones
económico financieras internacionales, sino también de acuerdo a la concepción
de economía presupuesta en el marco categorial del pensamiento económico
moderno, el cual es por constitución capitalista y ahora neoliberal.
Dicho de otro modo, si el gobierno del presidente Evo Morales asume como
propios, como buenos, racionales o correctos los indicadores de crecimiento
económico que tienen los organismos internacionales, lo que estará haciendo en
última instancia será conducir nuestro desarrollo o proceso de cambio de
acuerdo a la imagen y semejanza de un país capitalista. Si esto es así,
entonces ahora se entendería por qué las finanzas macro del país estarían bien,
o sea saludables, pero la economía popular como siempre, mal. Porque a los
organismos internacionales no les interesa que el pueblo o las economías populares
estén bien, lo que les interesa es que las cuentas nacionales estén acordes y
en equilibrio con las finanzas o banca internacional, que las economías
nacionales estén pagando sus deudas, intereses y empréstitos. Y por eso mismo
últimamente han estado celebrando el que Bolivia haya saneado su economía y
esté pagando puntualmente sus deudas y que además de ello se siga endeudando
para seguir pagando intereses a la banca internacional y al capital financiero.
Intereses que en última instancia no los ponen los países deudores, sino que
los imponela banca internacional, es decir, el capital financiero, o sea los
mandamases del mercando mundial.
Pero lo peor de todo es aquello que implica o conlleva haber asumido como
propios los criterios de evaluación de los organismos económicos
internacionales. Así como el consumo de la mercancía capitalista “presupone” en
última instancia toda la producción capitalista y por eso nos conduce a ella,
haber implementado en la reorganización económica del país criterios estrictamente
capitalistas está reconduciendo ahora nuestra economía hacia la forma de
producción capitalista, es decir a producir y reproducir en nuestras relaciones
económicas y sociales, lo que siempre hemos criticado y querido superar. Es
cierto que Bolivia ya estaba inmersa en relaciones capitalistas desde que
nació, pero, no toda nuestra economía, sino una parte de ella. Es decir, una
parte de la nación era capitalista, en cambio otra parte, la mayoritaria, en la
cual estaban y siguen estando muchas otras naciones, no. Por eso éramos y somos
un Estado plurinacional, en el cual conviven no sólo naciones, sino economías,
es decir, concepciones de la economía que son radicalmente distintas de la
economía moderna, la cual por constitución aspira a dominar y hacer desaparecer
estas otras economías. Como decía Zavaleta, Bolivia nunca fue una sociedad
capitalista in toto, sino sólo en parte. Esto querría decir que, la
famosa revolución democrático-cultural con la cual nació este proceso, ahora se
estaría convirtiendo en otra forma de “reforma económica” que implicaría una
vuelta a la normalidad de los gobiernos oligárquicos, es decir, una re-forma, o
sea una vuelta a la forma de la economía moderna, la cual es capitalista. Solo
así se podría entender no sólo por qué el gobierno del Evo sigue empecinado en
subir el precio de la gasolina, si no ahora, por lo menos en dos años como
acaba de decir uno de sus senadores. Pero no sólo eso, el decreto de alza del
precio del azúcar en un casi 40% tendría el mismo sentido que el intento del
alza del precio de la gasolina y el diesel, es decir, ahora el Estado boliviano
ya no es más soberano en la dictaminación de susprecios, sino que ahora nuestro
Estado ha elegido por sí mismo someterse al imperio de las leyes del mercado.
Si antes Bolivia era colonia gringa, ahora nos habríamos liberado de ese amo
para someternos a otro mucho más sofisticado llamado ahora “mercado mundial”,
pero ya no por imposición física o colonialista, sino que ahora por opción o
elección racional, porque cuando se piensa o se cree que la “racionalidad del
mercado” es la única “racional”, las demandas populares como el incremento
salarial aparecen ahora como “irracionales”, porque están en contra de la
racionalidad del “mercado capitalista”, el cual tampoco es el único como
también lo muestra Marx. Pareciera que el compañero y hermano presidente Evo
hasta ahora no ha comprendido que la “racionalidad” de la producción y
reproducción de la vida de los pueblos y la naturaleza, está en literal
contradicción con la “racionalidad” de la economía del
sistema-mercado-mundo-capitalista. Porque vista desde la perspectiva de la
racionalidad del mercado, siempre las demandas populares van a aparecer como
“irracionales”, en cambio visto desde la “racionalidad” de la producción y
reproducción de la vida de las comunidades, pueblos y naturaleza, la
racionalidad económica de este mercado, es, irracional.
Ahora bien ¿cuáles serían las consecuencias políticas de la adopción de la
racionalidad y la perspectiva del
mercado mundial en la implementaciónde tales medidas económicas? Estas
consecuencias son las que estuvimos viendo todo el 2010, en sentido estricto
inmediatamente después del gran triunfo electoral de diciembre del 2009. El
lento, constante y paulatino abandono del Evo respecto de las bases y del
pueblo en general en la discusión o consulta de decisiones. La separación de
las instituciones gubernamentales de su conexión con las bases en la toma de
decisiones, y a su vez, el lento y paulatino acercamiento del gobierno hacia
los sectores empresariales, y los organismos internacionales afines a estos.
Porque y es muy lógico que, si la visión del gobierno ahora es la que tienen
los organismos económicos internacionales (la cual tiene el Evo a través de sus
ministros y funcionarios, los que han sido a su vez funcionarios de varias
instituciones creadas durante los gobiernos neoliberales y ONG’s ligadas a
capitales transnacionales), la visión que tienen nuestros pueblos originarios y
campesinos de la economía, la política y la cultura, ahora estaría demás, es
más, ahora sería como un lastre y hasta un obstáculo que habría que superar en
el tiempo más breve posible, porque la visión que de la economía y la realidad
tienen éstos, no sólo que no sería moderna, sino que aparte de ser anticuada y
obsoleta, no sería en absoluto viable ni racional, por eso mismo hasta causaría
risa.
Sólo así se entiende por qué entre los ministros, viceministros y
funcionarios de este gobierno haya gente eurocéntrica y colonizada que hasta se
mofa en público de las costumbres y prácticas ancestrales de nuestros pueblos.
No es uno sino varios los funcionarios que abiertamente se mofan y hacen la
burla de los ponchos y polleras de gente de nuestro pueblo cuando ingresan a
las oficinas gubernamentales a intentar debatir o enterarse de tal o cual
medida o proyecto. Lo mismo sucede cuando en afiches, gigantografías o
publicidad en general se quieren introducir elementos autóctonos, el rechazo
hacia esta nueva visión por parte de muchos funcionarios gubernamentales es
casi unánime. En este contexto no es casual entonces que el Evo haya dicho una
vez que últimamente los movimientos sociales le hacen perder el tiempo. Ahora
ya no parece tan ilógico que el presidente Evo haya empezado su mandato en el
aquel lejano 2006 diciendo que quería gobernar obedeciendo a este pueblo
ancestral que dice representar y que ahora diga que ha comprendido en este
tiempo que la labor de un presidente es hacer buenos “negocios” para su país.
El problema es que con la adopción de medidas económicas de corte capitalista,
poco a poco se está viendo que quiense estábeneficiando realmente con estos
negocios no es el pueblo, sino las empresas. No es casual que ahora muchas
empresas transnacionales sigan ganando y el pueblo que debiera ser el primer
ganador siga perdiendo hasta su poder adquisitivo.
Dicho de otro modo, si la visión que ahora tiene el Evo y sus ministros de
la economía y de lo que debiera ser un Estado moderno, es la misma visión que
tienen los organismos internacionales, entonces ahora se entiende por qué el
Evo prefiere escuchar más a los técnicos o “especialistas” de la economía
moderna y no así a los dirigentes de las organizaciones de campesinos,
trabajadores y pueblos originarios, mucho menos a la gente sencilla del pueblo.
Porque desde la perspectiva de la economía, la cultura y el conocimiento del
mundo moderno, sólo los especialistas formados en los grandes centros
académicos de primer mundo entienden de estadísticas, de economía y finanzas
modernas, pero no así el pueblo, el cual supuestamente lo único que sabe es
pedir, reclamar o protestar, porque de gobernar, no sabría nada. Por ello ahora
la racionalidad estaría en los pasillos del palacio, los ministerios y la
vicepresidencia, pero en cambio en el pueblo o en aquellos que protestan,
estaría la irracionalidad. Por eso también se entiende ahora que el mismo
presidente Evo haya dicho que por el momento el pueblo boliviano no está
preparado para “entender” el gasolinazo, pero que en un futuro sí lo estará.
Porque desde la perspectiva del Estado Moderno, el Estado como “sujeto” de la
política y el poder, es quien entiende bien estos problemas, en cambio el
pueblo, no, porque en última instancia es objeto y no sujeto de este proceso de
cambio. Frente a un panorama como este ¿Qué hacer entonces?
Transición hacia la segunda reflexión
No todo proceso de cambio es en sí mismo revolucionario, como proceso de
cambio puede tener muchos otros sentidos, como el ser un proceso de
transformación, o de reforma, pero también de retroceso o retorno a lo mismo
que se quería superar. Si esto es así ¿cómo podríamos evaluar a nuestro proceso
de cambio? ¿Con qué criterios saber o entender que lo que estamos produciendo
es sino una revolución, por lo menos un proceso real de cambio? Como ya
dijimos, la imagen que de país, nación o Estado proyectan los organismos
internacionales o países capitalistas de primer mundo ya “no nos sirve”, porque
en esa imagen de país está reflejado exactamente lo que no queremos hacer con
el nuestro. No es que no queramos producir o tener riqueza, carreteras,
aviones, aeropuertos, tecnología o industria como la de primer mundo, sino que,
lo que no queremos es producir y reproducir las consecuencias que ello implica,
porque ya sabemos y es lo que hemos padecido durante estos 500 años, que lograr
esa riqueza es posible solamente a costa de la explotación inmisericorde de la
naturaleza y del trabajo humano.
Desarrollar nuestra industria gasífera o petrolera no implica solamente
cavar pozos de extracción para obtener ya sea el gas o el petróleo, sino que
ello implica desequilibrar, poner en crisis y hasta destruir no sólo una parte
del escaso equilibrio ecológico que hay en las zonas ubicadas para ello, pero
también implica destruir la forma de vida de los pueblos y naciones que viven
desde hace milenios en esas zonas. Implica lo que a lo largo de todo “El
Capital” Marx describe: la destrucción sistemática de toda forma de vida
comunitaria, es decir que, desarrollar nuestra ciencia, industria o tecnología
a la moderna, o sea de acuerdo al modo cómo los países del llamado primer mundo
(en explotación y robo diríamos nosotros) se han desarrollado, implicaría hacer
lo mismo que ellos han hecho y siguen haciendo, destruir otras formas de vida
distintas a la forma de la sociedad moderna, como las formas comunitarias de
vida por ejemplo, pero a su vez, seguir destruyendo y explotando a la
naturaleza.
Pero lo peor de todo, es que ello implicaría tener que seguir explotando, o
sea robando, la mano de obra y el salario sino de otros pobres, en última
instancia de los nuestros. Porque la riqueza de primer mundo es impensable sin
la sistemática y constante explotación y robo del trabajo y la riqueza de los
trabajadores de países pobres. El orden económico mundial está hecho para eso,
para que los países de primer mundo tengan a quien explotar económica y
culturalmente para poder tener ellos el tipo de vida que tienen. Por eso
hablamos de la constante y sistemática transferencia de capital y plusvalor a
países de primer mundo por parte de los nuestros. Las leyes económicas del
mercado capitalistaestán hechas para eso y todo el sistema jurídico moderno
está hecho para amparar legalmente todo este robo, de tal modo que la
explotación y el robo aparezcan como algo sumamente legal, o sea limpio. En
este sentido, creer o querer que nuestra economía y desarrollo se desarrolle
respetando esas leyes perversas que el capitalismo y la modernidad han
desarrollado, sería en última instancia estar de acuerdo con este tipo de
“desorden” mundial que ha producido la globalización neoliberal.
Pero necesitamos desarrollar nuestra propia economía y cultura e historia,
pero ya sabemos que no podemos hacerlo de acuerdo a la imagen o criterio que
proyectan no sólo la modernidad, sino también las instituciones capitalistas y
modernas por ella producidas. ¿De dónde entonces tomamos el criterio o imagen
para poder evaluar nuestro proceso de cambio de tal modo que él se transforme
en proceso revolucionario y no en un simple proceso de cambio queparezca más a
una reforma que a una verdaderatransformación?
Juan José
Bautista S.
Autor de Crítica
de la Razón Boliviana
3era. Edición.
Rincón Ediciones, La Paz – Bolivia. 2010.
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