Este trabajo es un diálogo explícito con el último
trabajo de Franz Hinkelammert titulado: La
imaginación de una sociedad más allá de la explotación, la dominación, la
guerra y el apocalipsis (de próxima publicación). Pero también con las
ideas sostenidas en un trabajo suyo del 2008 llamado; La reconstitución del pensamiento crítico, donde explícitamente
dice cómo es que el pensamiento crítico se podría re-constituir. En nuestra
hipótesis, la reconstitución del pensamiento crítico, implica también la
reconstitución de la humanidad del ser humano (que está siendo reducida
sistemáticamente a objeto de dominación y explotación por el capitalismo),
hacia su condición como “sujeto” no solo de la praxis y la liberación, sino de
su condición humana como sujeto.
En este sentido, este texto también es un diálogo con
algunas ideas relativas a la humanidad y la subjetividad humana en Marx que
Hinkelammert expone en su trabajo La imaginación de una sociedad más allá de
la explotación… y además con las ideas del ser humano como sujeto, de Marx
mismo. Es decir, estamos dialogando con Hinkelammert, y a su vez desde el modo
cómo hemos desarrollado a Hinkelammert, con el propio Marx.
Como el título lo sugiere, se trata de reflexionar en
torno de cómo es que el ser humano se puede reconstituir como humano, y como
tal, en sujeto de su propia humanidad,
en un contexto en el que como ser humano está perdiendo no solo sus derechos
como ser humano, sino que literalmente el capitalismo y la modernidad lo están
convirtiendo ya no solo en objeto de dominación, explotación, colonización,
etc., sino literalmente en “objeto” o cosa. Y como tal, incapaz de transformar
esta situación, e inclusive incapaz de reaccionar siquiera ante esta situación
inhumana que sigue creciendo cada día
más no solo con él como humano, sino con toda la realidad que posibilita su humanidad. Marx ya nos advertía que la degradación del ser humano a
objeto había empezado con la objetualización del trabajador como mera
mercancía. A su vez, Hinkelammert a fines de la década de los 90’s del siglo
pasado mostraba cómo el capitalismo neoliberal estaba produciendo
sistemáticamente; “desechables”, es decir, seres humanos denigrados, a objetos
desechables de los que se puede prescindir sin ningún cargo de conciencia.
Todo esto se está dando en medio de una contradicción
flagrante que aparece precisamente en esta modernidad capitalista neoliberal,
cinco siglos después de haberse constituido en el modelo de “la humanidad” para
todas las culturas y civilizaciones, es decir, para todas las humanidades.
Supuestamente en la modernidad estábamos en el estadio
humano, cultural e histórico donde el ser humano después de tanta lucha,
historia, odisea humana, progreso, evolución etc., se iba a constituir
definitivamente en ser humano libre, racional, independiente y soberano. Y de
pronto, desde mediados y fines del siglo XX empezamos a comprobar empíricamente
ante todos nosotros, que estamos viviendo en una situación exactamente
contraria respecto de las grandes promesas o tareas de la modernidad.
Porque no solo que el ser humano está más alienado,
explotado y dominado, sino que ahora estamos asistiendo a la comprobación
empírica de una época donde vemos no solo seres humanos constituidos ya ni
siquiera en dominados o excluidos solamente, sino en literales objetos, es
decir, en seres humanos que ya no se comportan como humanos, sino que piensan o
creen no solo que no hay un más allá de esta forma de “relación social”, que en
términos de Marx es de explotación y dominio, sino que frente a la catástrofe
del calentamiento global, la destrucción del planeta, el asesinato diario de
miles de inocentes y la creciente miseria a escala mundial; nada, o casi nada, podemos hacer,
salvo lamentarnos, o simplemente encoger los hombros con una triste sonrisa.
Esto es, como dice Hinkelammert,
estaríamos viviendo existencialmente a nivel global, el “Ser para la muerte” ya
no del fascismo hitleriano, sino del fascismo neoliberal global. Entonces; ¿qué
pasado? ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Y finalmente ¿cómo podríamos
salir de este impase?
Lo primero que podríamos decir es que el discurso
humanista y filosófico de la modernidad había sido
en
el
fondo,
mera
falacia
ideológica,
encubridora de la producción sistemática de lo contrario, la negación del ser
humano como sujeto. Esto es, el humanismo moderno que en el fondo es burgués,
sería encubridor en el sentido de negador, de que no solo sirve para negar los
derechos de los seres humanos, sino para degradarlo o degenerarlo a condición
de objeto, para que ya no aparezca más como sujeto.
Esta situación nos está motivando a re-pensar las
condiciones en las cuales se concebía al ser humano como sujeto. ¿Por qué
decimos que el ser humano es sujeto?, o sino ¿cuándo es que el ser humano es o
aparece como sujeto? Si recordamos y pensamos bien, el ser humano es Sujeto,
porque está literalmente Sujeto-A; es decir, sujeto a algo, o alguien. Esto es,
el ser humano es sujeto cuando está literalmente sujeto-a un tipo de relación,
o religación, vinculación o conexión. Es decir, parece que existe un tipo de
sujeción que hace que el ser humano sea Sujeto. Se trata de hacer esta
reconstitución para recuperar la humanidad que estamos perdiendo.
El discurso ideológico y filosófico de la modernidad
había afirmado desde el principio que
antes de la modernidad y el capitalismo, el ser humano estaba sometido a las
leyes ciegas de la naturaleza, la iglesia, la comunidad y a las formas de
dominio propias de relaciones irracionales del medioevo. Y que la modernidad
era el estadio en el cual ella lo iba a liberar de todas estas formas de
sujeción. Es bueno recordar que a todas las formas de sujeción no modernas, la
modernidad indistintamente le llama de dominación, subordinación o
sometimiento. Y que la liberación consiste en romper precisamente esas formas
de relación que eran de sujeción, o dominio.
A la ruptura de estas formas de relación que
supuestamente son de dominio, la
modernidad le llama liberación. Por ello se entiende la sistemática y
persistente exaltación del ser humano como individualidad egocéntrica, cuyo fin
ahora es por primera vez él mismo. Para lograr ello, el capitalismo tuvo que
producir sistemáticamente esta ruptura, no solo con la comunidad, la
naturaleza, las creencias y los mitos, sino que para justificarlas racionalmente, tuvo que
justificarlas primero teológicamente, luego ideológicamente y finalmente
científica y filosóficamente como bueno, justo y racional todo este proceso,
para hacer pensar o creer que todo este proceso de ruptura de esos tipos de
relación, de conexión, o sujeción, era no solo de dominación, sino literalmente inhumanos.
Luego de 500 años, ahora en plena modernidad pensamos que
el ser humano es sujeto, cuando no está sujeto a nada, salvo a sí mismo. A esto
le llamamos el Individuo libre, o sea humano, esto es, racional. Pero, ahora
estamos empezando a ver que justamente este tipo de ser humano “libre”, o sea
sin ningún tipo de relación, conexión o sujeción, es el que ya no se comporta
como humano, esto es como sujeto, capaz de transformarse a sí mismo y a toda la
realidad, porque de haber sido creado, ahora el ser humano supuestamente iba a
ser el creador o productor de toda la realidad, pero ahora vemos que ya no
produce la realidad liberada que quiere, sino que poco a poco se está limitando
a padecerla, ya no como sujeto, sino simplemente como objeto.
Veamos este proceso con calma. Marx muestra muy bien este
proceso de inversión de la realidad. En la primera redacción de El Capital, que conocemos como Grundrisse… Marx muestra cómo lo primero
que el capitalista y el capitalismo se plantean como problema, es el problema
del consumo, esto es, de quiénes iban a consumir lo que ellos iban a producir,
porque, como bien dice Marx, el capitalismo no solo produce una producción,
sino que produce su propio consumo, y gracias a la producción de su consumo, es
que puede reproducirse. Si no produce su propio consumo, es imposible su
reproducción como capital.